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La palatabilidad de las materias primas y el consumo voluntario de alimento en lechones

Palatabilidad e ingesta temprana son los objetivos a buscar en un alimento de primera edad para lechones
18 junio 2007
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Introducción

Al diseñar un alimento de 1ª edad para lechones nos enfrentamos a varios problemas de complicada solución, dada la gran interconexión que existe entre aspectos tan diferentes como niveles nutricionales, eficiencia productiva, características físicas del producto, apetencia y palatabilidad del mismo.

Niveles nutricionales y modo de presentación del alimento son áreas bien conocidas. Sin embargo, la palatabilidad de las materias primas y la aceptación por el lechón no están bien definidas. Además, dado nuestro particular antropocentrismo, asumimos que aquello que nos es grato, ha de serlo para el lechón.

Hemos de competir contra un alimento líquido, de fácil ingesta, contenido en un envase cálido y de olor bien conocido y de suma confianza. Frente a todos estos hándicaps, ¿Qué podemos hacer?

La primera medida a tener en cuenta es vigilar exhaustivamente las materias primas a utilizar, haciendo especial énfasis en la calidad microbiológica. Vigilaremos también las posibles contaminaciones bacteriológicas o fúngicas, en el transcurso de la fabricación, que pueden arruinar todo el esfuerzo que hemos dedicado.
Factores que afectan al consumo:

Energía:
En maternidad y hasta dos semanas postdestete, el lechón no adapta su consumo a la concentración energética, pero a partir de este periodo, se reduce el consumo al aumentar la concentración energética (aunque aumenta la ingesta energética diaria).

Digestibilidad del alimento: La digestibilidad del alimento actúa incrementando o disminuyendo la ingesta. Whittmore estableció una ecuación en 1992, que fue posteriormente ratificada por Tolplis y Tibble en 1995. El máximo de ingesta se establece por la siguiente relación:

(0,013 x P.V (Kg))/ (1- % de digestibilidad)

Nivel de proteína: La respuesta a un incremento del % de proteína en el alimento se manifiesta por un incremento del consumo. En un ensayo en lechones entre los 8 y 25 Kg de peso vivo, con dietas que variaban del 16 % hasta el 23 % de proteína, se observó un aumento de consumo en las dietas del 16 y 18 %, estabilizándose a partir de este nivel (Gatel y col. 1990).

Aminoácidos: la relación de aminoácidos en relación a la cantidad de lisina puede condicionar la ingesta. Niveles de treonina inferiores al 55 % del nivel de lisina reducen la GMD y el CMD en más de un 9% y un 3,5 % respectivamente. Optimizamos resultados cuando la relación treonina/lisina es del 65 %. El triptófano se comporta estimulando el consumo cuando su relación con la lisina se estima en torno del 18 %. Sin embargo, esta relación debe aumentarse hasta un 22 %, si la suma de aminoácidos neutros es inferior a 4 % en el alimento.

Materias primas: Se han de elegir materias primas altamente palatables. Preferiblemente aquellas que han sufrido algún proceso tecnológico que modifique su digestibilidad y a la vez mejore su calidad microbiológica. Procesado por calor húmedo o extrusión son los de elección.

Proteaginosas: el lechón es sensible a la cantidad, calidad y digestibilidad de la proteína. Además, deberán estar exentas de factores antinutricionales (antitripsinas, solanina, etc.). Todo esto conlleva a que las fuentes proteicas en el lechón, en su primera fase, tienen que ser diferentes a las que utilice posteriormente.

Lácteos: Alimentos de gran utilidad, tanto por la fracción proteína (caseína y lacto albúminas) como por la de hidratos de carbono (lactosa).

Plasma deshidratado: Es la materia prima que últimamente ha marcado una diferenciación con respecto al resto de fuentes proteicas, dada su elevada palatabilidad y estímulo de la ingesta y la repercusión que ello tiene en el consumo temprano del alimento.

Derivados de huevo: Ingrediente de interés para las dietas de preiniciación y prestarter, pudiendo sustituir parcialmente al plasma deshidratado, con resultados similares.

Grasas: La leche de la cerda aporta un elevado nivel de grasa (39 %), con un alto contenido en ácidos grasos de cadena corta. Se han de usar ácidos grasos de cadena corta (aceite de coco) o de cadena muy larga e insaturados (aceites de pescado). Es esencial para esta materia prima asegurar su digestibilidad y ausencia de olores no deseables.

Aceite de pescado: Si está estabilizado, y adecuadamente protegido contra la oxidación, es un “atrayente” que incrementa el consumo de alimento.

Conclusiones: Palatabilidad e ingesta temprana son los objetivos a buscar en un alimento de primera edad para lechones. Es más importante a la hora de fabricar este alimento la calidad de las materias primas utilizadas que los niveles nutricionales definidos.

Si no puede asegurar su calidad, no lo fabrique, cómprelo.

Escribe R Roca roca@g-omega.com

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